Crítica a la sociedad actual
7:51:00A raíz de un proyecto para la asignatura de lengua castellana y literatura, el escritor Alberto Esparza elaboró el día 17 de Abril de 2013 una breve crítica hacia la sociedad actual, cuya base es la deshumanización de las personas como tales.
A continuación, y al haber sido el trabajo previamente expuesto, deseamos compartirlo en esta página web:
OPORTUNISMO, AUTOMATISMO Y OTRAS COTIDIANIDADES
Alberto Esparza Hueto
El
sol hace su monótona aparición en el espacio aéreo, ocupando un lugar vacuo,
otrora admirado, contemplado, observado… Su presencia, sin embargo, cae en el
más hondo de los olvidos, aquél cuyo núcleo obscuro de perdición e ignorancia
absorbe inevitablemente a la esencia de la humanidad.
El
canto de las aves, primogénitas del medio natural, no hace sino apagarse,
disiparse, evaporarse ante la supremacía de otros sonidos que hace unos años
comenzaron a invadir su ambiente. Son éstos, por otro lado, los que ocupan
nuestra mente y cada uno de los pensamientos que de ella emanan, para
anteponerse con arrogancia a la auténtica e irremplazable realidad, pisoteada
día tras día, cruelmente y sin piedad, por los estándares que nos rigen
robóticamente y que están fundados, pese a que los individuos se muestren
reacios a reconocerlo, en la premura más inhumana e intransigente.
Las
personas ya no son personas, y portan tal identidad inverosímil como la única
teoría a la que aferrarse en momentos en los que desvían la mirada para no
enfrentarse a la cruda verdad. Cada uno de nosotros nos hemos transfigurado
lenta pero paulatinamente en números, en meras cifras carentes de consideración.
Nuestra existencia es utilizada exclusivamente para la elaboración de infinitos
datos estadísticos que tratan de llenar los documentos y pantallas para
intentar así aportar una explicación razonable a nuestra denigrante situación.
Nos
creemos libres, independientes y autónomos. La aplicación de los tres últimos
adjetivos es íntegramente errónea pues, para decadencia del mundo, nuestra
única libertad recae en la capacidad robótica que poseemos y que nos permite
utilizar nuestros brazos y piernas. Ése es el límite de nuestra autonomía y,
quien afirme lo contrario, debería retirarse la senda tela que cubre sus ojos y
que le impide elaborar una observación crítica.
Y,
mientras el día realiza su habitual curso, los sujetos corpóreos se sumergen en
aquello que se obstinan en llamar vida. Las bulliciosas calles se cubren de
inusitado tránsito. Los individuos que cruzan su trayectoria apenas se dirigen
una mirada, cuando no se esquivan con agilidad como si de vulgares obstáculos
se tratasen. Los humanos, absortos en sus pertinentes y particulares tareas,
desfilan como seres inanimados o conducen como máquinas imperfectas. Al anodino
ruido de la monotonía descrita se unen oportunistas discursos retransmitidos
por aquello que se ha denominado “Medios de comunicación de masas” y que no
hacen sino, basados en el sensacionalismo más demagógico, manipular a los
habitantes con promesas incumplibles con las que pretenden no ganar, sino
robar, su apoyo. Dicho soporte será empleado por los emisores de citadas
palabras envenenadas para amoldar una parte de la sociedad de la que disponen, inspirados
por el simple principio del interés y de la más vil y repugnante conveniencia.
El
efectismo convive con impunidad, como otra parte de la artimaña, y complementa
las portadas de los diarios, de los informativos… elementos que no dejan de ser
otro camino de control encubierto.
En
el trascurso de lo narrado, el cielo torna su color, muta su aspecto y la
estrella luminosa es sustituida por el satélite lunar. Fenómenos imperceptibles
en un ambiente urbano, donde la polución y artificialidad imperan con pedantería…
Es
entonces cuando, alertados por alarmas y señales de sus bienes tecnológicos que
marcan su vida (Cada hora, minuto y segundo), así como su ritmo, regresan a sus
zulos para cumplir, como simples animales regidos por el instinto, las
necesidades alimentarias y, cómo no, preparar un nuevo día que, a pesar del
adjetivo con que lo he adornado, no deja de ser indiferenciable de todos los
que se suceden continuamente, hundidos en la cotidianidad más mecánica… Y los
párpados caen, aunque el mundo no duerme, jamás volverá a hacerlo, no se lo
permitirán.
OPORTUNISMO,
AUTOMATISMO Y OTRAS COTIDIANIDADES
Alberto
Esparza Hueto
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4 comentarios
No está nada mal. Muy correctamente escrito.
ResponderEliminarSigue alimentando ese espíritu crítico.
¡Muchas gracias!. La verdad es que quise enfocar la crítica desde ese punto de la deshumanización social.
Eliminar¡Un saludo!
Tan desgarrador como políticamente correcto a la par. Será que detesto que me digan las verdades irremediables a la cara, pero realmente me ha hecho sentir angustia y rabia e incompetencia y resignación... Además, la forma de expresarlo, tan elaborada y precisa, cuando es una realidad que respiramos a diario pero nos negamos a creer, me hace ver que realmente es oficial. Nos hacen sentir libres prisioneros hasta tal punto que rozamos una especie de felicidad entre barrotes.
ResponderEliminarLlegarás lejos. Mucha suerte y cuídate.
Pues sí,es una cruda realidad que se presenta frente a nosotros día tras día,a pesar de que los humanos hemos aprendido a ignorarla,a considerarla como algo habitual,cotidiano,cuando no lo es.
EliminarMuchas gracias por pasarte por el blog,leerlo y comentarlo,me ha hecho mucha ilusión leer tu opinión,¡un abrazo!
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