Hemos llegado a un punto en que las nuevas tecnologías y sus diarias innovaciones nos están ofreciendo un amplio catálogo de posibilidades y variaciones en todos los ámbitos de nuestra vida.
Desde que el taladro incansable de la tecnología comenzó a hincar su creativa broca en el mundo de la literatura, han nacido prometedoras chispas que han tomado la forma de novedosas alternativas a los libros en papel tal y como siempre los hemos conocido.

No obstante, ésto no es una noticia actual. Desde unos años podemos encontrar entre los cada vez más poblados estantes de las tiendas de electrónicas unos aparatos de forma cuadrada, ligero peso, tentadoras pulgadas y una pantalla que simula la textura visual del papel y que no afecta a la visión. Los e-books (O Kindle, si deseamos entrar en especificaciones menos genéricas).
Éstos se presentan como sencillos, asequibles, portátiles, ligeros, adaptables.
Sin lugar a dudas, una auténtica revolución.

Ahora bien, analicemos los pros y los contras pues, por inverosímil que pueda parecer, todo posee ventajas e inconvenientes.
A modo de preámbulo, observemos que a pesar de que los llamados e-books evolucionan constantemente, el formato de papel se venda con la misma vehemencia y rentabilidad. ¿Por qué ocurre esto si tenemos a nuestro alcance un maravilloso portento de la tecnología?
Es cierto que los e-books pueden presumir de ofrecer las obras literarias a un precio prácticamente ridículo, peso a penas notable, sencilla y rápida compra, y otras características que llevarán, sin lugar a dudas, a un considerable ahorro económico por parte del lector.
Si bien, es innegable que existen factores insustituibles en el mundo del libro. Pasar las páginas con los dedos, tomar anotaciones, leer sin tomar precauciones de las que un aparato tecnológico podría requerir, posicionar una guía en el lugar deseado, acudir a la página deseada en breve intervalo de tiempo, conservar el ejemplar en un lugar que asegure su conservación física, poder escoger un tamaño distinto dependiendo de cada libro, ediciones variadas y múltiples que jamás se hallarían en un mercado on-line (incluso libros que nunca estarían a disposición).

En definitiva, éste será un debate que seguirá abierto durante algún tiempo, y que nunca terminará de tomar una posición definitiva pues yo, personalmente, no sabría hacia cuál decantarme.

Por último y para terminar, y porque el humor es necesario, comparto el siguiente vídeo que logró arrancarme una sonrisa: